Hasta el siglo XX, los campos electromagnéticos de baja frecuencia eran causados solo por fenómenos naturales como tormentas eléctricas, movimientos de fallas tectónicas y vetas de agua subterráneas. El único resultado negativo observado de los campos de baja frecuencia existentes generados durante las tormentas atmosféricas fue la mayor velocidad de descomposición de ciertos alimentos como la carne y la leche. Sin embargo, durante el siglo pasado, el rápido desarrollo tecnológico, predominantemente en el área de los dispositivos electromagnéticos y electrónicos ha causado una contaminación electromagnética de nuestro medio ambiente. Este "smog electromagnético" aumenta constantemente y representa un mayor peligro para la calidad de vida.